domingo, mayo 01, 2016

Novela Laliter (+ Rochiter) Amor con sabor a café. Capítulo 4: Era feliz.

CAPÍTULO 4: ERA FELIZ.

Me sentía una mierda.

Sí, así iba a empezar narrando mi historia.
Me siento y soy una mierda. Nunca esas palabras se iban a ir de mi cabeza, porque él mismo me las había dicho.

"Eres una mierda, y me arrepiento de alguna vez haberte amado"

Y yo, Mariana Esposito, nunca fui la misma después de aquellas crueles y filosas palabras.

Bueno, a decir verdad, nunca fui la misma muchacha desde que cometí aquella "crueldad". (Claro, crueldad según las palabras de Peter).

Hoy en día con 23 años, me he vuelto loca.
Sí, acepto que estoy loca. ¿Qué hay de malo en eso?

Es que, bueno, todos decían que estaba loca así que ¿por qué yo no podría pensar eso también? Era mejor así.

—Lali, nena, ¿cómo estás?

Ni siquiera me tomé el tiempo de mirar a la mujer que estaba parada en frente de mí. Bien sabía que era mi madre. Mi maldita madre.
Me limité a mirar un punto fijo. Esa mancha, de quién sabe que cosa, que estaba adherida a la pared desde antes que haya llegado yo. Siempre que alguien venia a visitarme" la miraba. Imaginaba que ella me decía "Calma, sólo mírame. Ella ya se irá" y así era. Esa mancha era la única persona en la que confiaba.

Oh, ni siquiera es una persona.
Y eso era lo bueno, porque ella no me juzgaba como todo lo que me rodeaba.

—Oye. —Mamá tocó mi hombro. —Mírame. No la miré. —¡Mírame, maldita sea! —Tomó mi cara entre sus manos, estrujándola. Mi mirada seguía perdida. No iba a mirarla, me negaba. —¡Basta, Mariana! ¡Reacciona, me estoy volviendo loca!

Reí mentalmente.

¿Ella era la loca ahora?

A mamá siempre la consideré mi ídola, mi super heroína. Le confié cada uno de mis secretos, de mis problemas, todo. Ella era mi mejor amiga.
Pero me traicionó, como todos. Me cayó como una patada en el corazón cuando hizo que me trajeran a este maldito lugar.

Ese día yo sólo necesitaba un abrazo y caricias de ella, necesitaba a mi madre/mejor amiga. Pero lo que recibí fueron a dos hombres que no conocía, que me sujetaron a la fuerza y me sedaron para luego traerme hacia aquí.

—¡No soporto más! —Lágrimas caían de los ojos de mi madre. —Quiero de vuelta a mi hija. —Lloraba en brazos de mi padre.

«Tú y todos hicieron que se fuera» Pensé.

—Calma, Caroline. Piensa en Matt y Albert. Tienes que ser fuerte por ellos. —Papá sobaba su espalda.

Papá.
Él me trataba normalmente, como a una persona más, y eso me gustaba. Aunque él también me había traicionado, me limitaba a observarlo algunas veces y menos de cinco segundos.
Venía cada tarde y me contaba qué había hecho en el día y que muchas personas preguntaban por mí, mis amigos y familiares.

Amigos... ¡JÁ! ¿En dónde estaban ellos? Me habían abandonado. Los que creía amigos no eran verdaderos, nunca me quisieron. Me dejaron de lado todos ellos. Sólo pocos vinieron a visitarme algunas veces, pero no me importó. Desde siempre supe que yo no tenía amigos. Todos eran falsos, sólo estaban conmigo por interés.

«Victorio y Candela»

Ellos... Ellos sí eran mis jodidos verdaderos amigos. Pero se enojaron conmigo porque según fui una mierda al hacer aquella "barbaridad".
En el principio venían a visitarme siempre, pero luego de haberlos echado y mandado a la mierda (tan enojada que ni yo me reconocía) dejaron de venir. Ese día estaba tan furiosa que tuvieron que dormirme.
Supe por papá que habían empezado una relación.

Que coman mierda esos malditos, les deseo la peor suerte de todas. Estoy bien sin ellos y sin todos.

«¿Sí?» Preguntó la mancha.

Sí.

—Mari, hija... —Papá acarició mi cabello. —¿Cómo te sientes? Espero que bien. —Sacó algo de su maleta de trabajo. —Mira lo que te traje. —No lo miré. —Eres tú y tus amigos... Y Peter. —Miré el objeto. Y sí, éramos todos nosotros. Recuerdo exactamente ese día. Ese día en el que fui plenamente feliz.

**RECUERDO**

Hoy nos íbamos de paseo con el curso.



Estábamos besándonos con Peter.

—Lali. —Separa su labios de los míos y me mira. Podía ver brillos en sus ojos. Yo nunca entendí bien eso de saber como se siente la persona según sus ojos. No lo entendía hasta ahora, porque en los ojos de mi amado Pedro podía ver esa luz, esas estrellas fugaces. —Te amo.

«Te amo»

Me ama.

Yo también lo amo.

Mucho más.

—¿Qué? —Mis labios se adelantaron, así no dejando que mi cerebro pueda responder.

—Que te amo. —La voz de Peter salió temblorosa, insegura. —¿Tú me amas a mí?

Sonreí.
Sonreí porque sí lo amaba. Mucho más que él a mí.

—Sí te amo, Peter. Como nunca pensé. Y he de admitir que me aterra eso, me aterra pensar que algún día esto se termine y yo quede con el corazón hecho polvo. Pero disfrutaré estos momentos como nadie, lo prometo.

—No, Lali. Nunca pasará eso. ¿Sabes por qué? —Negué. —Porque tú eres mi otra jodida mitad, eres esa persona que le faltaba a mi vida, mi luz, mi... medio chocolate.

Reí.

"Medio chocolate". Nosotros no éramos una naranja, eramos un chocolate. Él era mi medio chocolate..., y yo el suyo.

Me besó. Me besó de esa manera tan fantástica. Me sentía como en ese momento cuando te sacas un siete en el examen de matemática, o cuando te compran tu dulce favorito, o cuando te hacen cosquillas en el estómago; esa sensación tan... mágica.

—¡Ow! ¡Tortolitos! —Una pesada Candela cayó encima de nosotros, así separándonos de nuestra burbuja. La miré mal. —Me amas, amiga. —Me guiñó su ojo izquierdo.

—Joder Can, eres como un forúnculo en el trasero. —La empujé haciendo que se cayera. Reí y Peter me imitó.

—Candela, maldita, yo quería seguir espiando. —Victorio llegó hacia nosotros y le dio un zape en la nuca a mi amiga.

—¡Oye, bastardo! —Tomas iba a correr, pero la bella de Candela le puso la traba.

—Perra.

—Idiota.

—Maldita.

—Joder, apuesto mi vida a que ustedes acabarán juntos. —Habló Peter. —Informenme cuando pase eso.

—¡Nunca! ¡Antes muerta/o! —Exclamaron ambos.

Reí y saqué mi móvil. —¡Foto!
Los tres se acercaron a mí para tomar la foto.

Mierda, soy feliz. Yo, Mariana Esposito, soy feliz en este jodido momento. Me sentía plena, con ese vaivén de emociones positivas. Con ese amor que les tenía a estas tres personas.
Soy feliz, y no quiero que nunca acabe.

**FIN DEL RECUERDO**

Era feliz, pero se acabó. Cada rastro de felicidad se esfumó, fue reemplazado por una tristeza sin fin.
Pero pronto la volvería a tener, porque yo... iba a huir.


jueves, febrero 11, 2016

Novela Laliter (+ Rochiter) Amor con sabor a café: Capítulo 3: Mariana forma parte de mi pasado.

CAPÍTULO 3: MARIANA FORMA PARTE DE MI PASADO.

Los días pasaban, muy rápido a decir verdad, y cada vez me acercaba más a Rocío y a su vida.
Era una persona muy bondadosa y feliz. Trabajaba en el teatro (eso ya lo sabía), y por las tardes brindaba ayuda en el orfanato junto con su madre, que ya tuve la oportunidad de conocerla. Era una señora de 47 años, aunque parecía mucho más joven, era hermosa como Rocío, se llama Ángeles. Su papá, llamado Robert, no ayudaba en el orfanato porque trabajaba mucho según lo que me relató Rocío. Él y Ángeles vivían felizmente casados. Luego estaba Josh, el pequeño hermano de Rocío. Él tenía dos personalidades, a veces era un ángel y otras veces un pequeño demonio. Por suerte le agradé y no me haría "Bromas Josh" como se las hizo a los anteriores novios de Rocío. Cuando comentó eso, hizo que Rocío se vuelva una manzana de tan roja que estaba, yo sólo reí y me defendí diciendo que también sabía hacer buenas bromas.

—¡Peter! —Exclama Rocío al verme. —Hola. —Sonríe tímidamente mientras se acerca a la banca en donde estoy yo.

—Hola, Rocío. —Le sonrío y beso su mejilla, al alejarme noto sus mejillas coloradas y sonrío aún más, claro, si era posible.

A decir verdad, nunca me agradaron las chicas así como es ella; tierna y tímida. Pero me gusta en Rocío, todo en ella me gusta. Es perfecta.

—Bueno, vamos. —Dijo y empezó a caminar rápidamente. Estaba nerviosa.

Era nuestra primera cita. Casi siempre estábamos juntos, pero no en una cita, siempre en el orfanato o en su casa junto a su familia. Nunca solos.

—Espera, Rocío. —Corrí un poco y la tomé del brazo. —No estés nerviosa. —Río.

Ella se da vuelta y me mira. —Lo siento, es que pocas veces he tenido una cita y siempre me pongo así. Tengo miedo de cometer errores. —Murmura casi inaudible. Yo le regalo una sonrisa y niego con la cabeza.

—Todo lo que hagas tú es perfecto, Rocío. —Dije, con sinceridad.

Ella extiende sus ojos más grandes y se sonroja como siempre hace cuando le decía este tipo de cosas.

Reí y tomé su mano. —¿Puedo? —Pregunté, refiriéndome a su mano.

Asintió lentamente con la mirada baja y queriéndose ocultarse tras su cabello.

A diferencia de ella, yo no estaba nervioso, estaba feliz.

«No estás nervioso porque ya pasaste por esto»

Exclamaron mis pensamientos y un recuerdo invadió mi cabeza.

|RECUERDO|

Era mi primer cita Mariana, estaba sumamente nervioso y las manos me sudaban.
Estaba practicando como saludar a Mariana para no parecer tonto, pero ahora me estaba pareciendo a uno.

—Hola, Lali. —Sonreí, galán. Inmediatamente negué con la cabeza y cambié a otra posición, aún más galán. —¡Lali! Hola, nena. —Guiñé un ojo, pero nuevamente negué. —¡Hola, Lali!

—Hola. —Una voz hizo que me gire, y me sorprendí a ver a una Mariana sonriendo. —¿Es para mí? —Preguntó, refiriéndose a los chocolates que tenía en mano. Yo asentí, aún asustado y nervioso por pensar que me haya escuchado antes. —¡Oh, genial! —Me los arrebata y sonríe. —Has aprendido que odio las flores, muy bien. —Bromeó y sonreí algo nervioso. —¿Por qué tan callado, Peter? —Sonrió, esa sonrisa que era mágica para mí. No dije nada, las palabras no salían. —No estés nervioso. —Tomó de un tirón mi mano y la juntó con la de ella. Eso me puso aún más nervioso. Mierda, era un estúpido nervioso que aún no había tenido citas. Estaba pareciendo un imbécil frente a una chica que ya ha salido con miles de chicos.

Me enojé conmigo mismo, al parecer ella lo notó porque soltó mi mano. —Lo siento, ¿te molesta que tome tu mano?

Oh, mierda, eres un idota, Pedro.

—¡No! —Dije exageradamente y me arrepentí se haber hecho eso.  Aclaré mi garganta. —Es decir, no. —Suspiré y llevé mis manos a mi cara. —Es que tú... —Pedro, no digas eso. —Es que yo... —Tampoco eso. Gruñí, sin saber como explicarme

—Peter. —La miré. —Mira, te confesaré algo. Yo también estoy nerviosa como tú, pero tratemos de que esto sea divertido y que no haya tensiones, ¿sí? —Sonrió

—Sí. —Asentí, tomando su mano. También sonreí y empezamos a caminar mientras comíamos los chocolate

|FIN DEL RECUERDO|

—¡Pedro! —Gritó.

Y ahí me di cuenta que me quedé recordando y me había olvidado del presente. No presente en donde estaba Rocío y no Lali.

Miré a mi alrededor. Ya habíamos avanzado un poco del lugar en donde estábamos. —Lo siento, me distraje. —Me excusé.

—No importa. —Sonrió. —Te comentaba sobre una estupidez de todas formas. —Bajó la mirada. Noté tristeza en su voz.

—¿Qué ocurre, Rocío? —Tomé su barbilla con mis manos y la levanté.

—Es que... —No sabía como comenzar. —Parece que te estás aburriendo, tanto que hasta te distraes.

Negué y sonreí. —No, para nada. Es que el trabajo me agobia y tengo tantas cosas que hacer que me distraje un poco, lo siento mucho. —Ella , pero aun veía tristeza en ella.
asintió. —Rocio, eres tan hermosa por dentro y por fuera. —Acaricié su mejilla. —No pienses que me aburro contigo, porque no es así para nada. —Ella sonrió. Coloqué mis dos manos en cada una de sus mejillas y me acerqué para depositar un beso en sus labios, ella sorprendida aún colocó sus manos a mis costados.

«Eres un mentiroso, Juan Pedro Lanzani»

Tengo que dejar de pensar en Mariana. Ella forma parte de mi pasado, Rocío de mi presente.

«¿En serio?»


________________________________________________

Hey, vos. ¡Sí, vos! Comentá<3